Hugo, de inmediato, dijo: —Yo no creo esto. Solo vine para ayudarte y estar de tu lado.

Ella le agradeció sinceramente y le pidió que no borrara el mensaje, pues quería averiguar quién había sido el autor de aquel mensaje.

—Claro —respondió él.

Entonces, doña Judith y la señora Blanca entraron junto a Mariana a la habitación y comenzaron a buscar por todos lados.

Y tal como Mariana lo había imaginado... en el fondo de su maleta, estaban el collar y los pendientes.

Las tres se miraron, sin mostrarse demasiado sorprendidas, ya que en el fondo ya se habían imaginado cuál sería el resultado. Ahora, lo único que quedaba era descubrir al autor intelectual de aquella vil trampa.

Doña Judith, para que todos escucharan y no hablaran mal de Mariana, dijo:

—Llegaré hasta el fondo de este asunto, y la persona que intentó tenderle una trampa a Anna… más le vale estar preparada, porque iré tras ella.

En ese preciso instante, el teléfono se le resbaló de las manos a Aurora.

Mariana había tomado pres