Capítulo 119. Tristes recuerdos
Felipe con el corazón roto, continuó diciendo, era como si ya presintiera su muerte,
debido a que me hizo prometerle que siempre cuidara de Fiona y su hijo en su ausencia y no me quedó más de otra que prometérselo en ese instante. Tras pronunciar esa promesa, dio su último aliento y murió. Ese mismo día, Fiona perdió a su prometido y al bebé que esperaba, y desde entonces me dediqué a cuidarla lo mejor que pude, ya que mi hermano dio su vida por la mujer que amaba y yo también le había jurado protegerla.
Por la promesa que le hice a mi hermano, tenía la obligación de cuidar a Fiona para que no le faltara nada y viviera feliz en honor a mi hermano y a su hijo no nacido. Mariana lo miró con lágrimas en los ojos, luego lo abrazó, mientras le decía:
—Siento mucho lo de tu hermano, y lamento haber malinterpretado lo de Fiona antes.
Felipe correspondió al abrazo y añadió:
—Este apartamento es nuestro refugio para los días en que no queríamos saber de nadie. Ni siquiera mi hermano trajo a Fi