En eso entró Mariana, quien había escuchado toda la conversación y sabía que su hermano le estaba poniendo las cosas difíciles a su esposo por lo que le había pasado.

Ella de inmediato dijo:

—Estoy de acuerdo con mi hermano y fue tu gente quien trató de matarme; aquí, en mi país, nunca había tenido ni un solo rasguño en mi piel.

En ese momento, Felipe se sintió un poco avergonzado, porque sabía que tanto su cuñado como su esposa tenían razón en todo lo que estaban diciendo.

Mariana, al ver la expresión que su esposo puso, se arrepintió de haber dicho lo que dijo e inmediatamente miró a su hermano, pidiéndole en silencio que no fuera tan duro con él.

Bruno, al ver que su hermana se ponía de su lado y no le daba un sermón por estar regañando a su esposo, supo que ella había escuchado toda la conversación. Apenas la vio entrar, ya que había pensado que se pondría de parte de su esposo, pero luego, al ver la mirada que ella le dirigió, entendió de inmediato lo que quería. Y él, siendo su