En ese momento, Mariana se quedó con la boca abierta ante esas palabras. Se preguntaba: ¿acaso Matthew no tenía la misma edad que Emma? ¿Por qué él sí podía jugar con su hermano y la niña no?
Luego comentó:
—Pero parece que ella quiere jugar...
Felipe subió las escaleras, y Mariana no tuvo más remedio que seguirlo. Entonces lo escuchó decir:
—Si mi princesita quiere jugar, pues yo jugaré con ella... así me aseguro de que no se lastime.
Mariana se quedó congelada a la mitad de la escalera. Sinceramente, no sabía qué hacer para convencer a su esposo de que dejara a la niña jugar con sus hermanos.
Después de recomponerse, lo siguió y vio que entraba en una habitación en la que ella no había estado antes.
Se apresuró para alcanzarlo y, al llegar a la puerta, vio que estaba decorada como un castillo de princesa, con el nombre "Emma" escrito sobre ella.
Se preguntó en qué momento Felipe había mandado a hacer todo eso, si durante el tiempo que estuvieron en Miami siempre habían estado juntos