Capítulo 23. ¿Tú… quién diablos eres?
En ese momento, Bianca comprendió que aquella bruja quería matarla por Brando. Con incredulidad, solo atinó a decir:
—No me digas que estás enamorada de Brando.
Anastasia, recorriéndole el rostro con una de sus uñas, le respondió con una mirada cargada de furia:
—Claro que sí… Ese hombre tiene que ser mío, cueste lo que cueste. ¿Por qué tú puedes tenerlo y yo no? ¿Solo porque la Diosa Luna lo decidió? Pues hoy te digo que no me importa lo que diga la Diosa Luna: Brando es mío, y ni ella ni tú podrán apartarlo de mi lado. Yo lo conocí primero y, desde entonces, no quise a ningún otro hombre junto a mí. Así que, por derecho de antigüedad, él debe amarme a mí y solo si tú mueres, él podrá amarme solo a mí y a nadie más y así poder estar a mi lado para siempre. Así que, mi querida humana, hoy, sin importar nada, tienes que morir por mis manos —y al pronunciar estas palabras, le arañó el rostro.
Bianca, al sentir aquel arañazo arder en su piel, exclamó con rabia:
—Definitivamente, eres una