Capítulo 56. Quemarlos vivos
Anastasia estaba desconcertada porque sus hechizos no podían penetrar en Brando, lo miró sorprendida y le preguntó:
—¿Qué hiciste? ¿Por qué mis hechizos no son capaces de afectarte? Y peor aún… ¿Por qué los conjuros que te lanzo se devuelven a mí con doble de fuerza?
Ella estaba tan sorprendida como asustada, pues en todos sus años practicando la hechicería nunca había visto algo igual. Ya que sus hechizos regresaban con el doble de fuerza y dolor que los lanzaba y apenas pronunció esas palabras, volvió a escupir otra bocanada de sangre.
Definitivamente, el ser que protegía a Brando debía ser demasiado poderoso, porque por más que intentaba usar los hechizos más poderosos de su libro prohibido para dañarlo, ninguno lograba herirlo; al contrario, el daño recaía sobre ella misma. De inmediato se preguntó qué clase de brujería era esa, pues nunca había visto algo similar. Sabía que era posible que los hechizos se regresaran a su dueño, pero no que duplicaran su efecto y causaran un dolor