Capítulo 12. Una maldita bruja
En ese instante, Bianca se volteó de inmediato, un poco asustada, pues se había olvidado por completo de su bisabuelo. Ahora, ¿qué le diría a aquel anciano que difícilmente se dejaba engañar por nadie? Mentalmente se repetía una y otra vez: mierda, mierda, mierda.
Luego se levantó de la silla donde estaba sentada y le dijo:
—Bisabuelo, solo estoy buscando algo que me ayudé a comprender un sueño que tuve.
El anciano se sobó un poco la barba, pensativo, y le respondió:
—¿Y por qué viniste a buscar en estos libros en vez de preguntarle al mago que predice los sueños?
—Bisabuelo, tú sabes que no me gusta depender de nadie. Además, la última vez terminé peleando con ese anciano por lo que me dijo, y no quise saber más de sus lecturas de sueños. Por eso lo estoy haciendo yo misma —respondió Bianca, algo a la defensiva.
El rey mago la miró con curiosidad y le dijo:
—Dime qué soñaste, para ver si puedo ayudarte, porque creo que ese sueño tuvo que ser muy real para que tú te estés preocupando