C92: No soy tu enemiga.
Saphira no retrocedió más. Aun cuando el suelo bajo sus pies tembló con la manifestación repentina de la loba, se mantuvo firme, con la mirada incrustada en el cuerpo que ya no era humano.
Había visto transformaciones antes. Muchas. Había guiado iniciaciones, sanado cuerpos rasgados por la primera mutación, susurrado oraciones a los espíritus mientras los huesos se rompían para acomodar la forma animal. Esto sucedía en el caso de que los licántropos no pudieran tomar su forma de lobos por sí solos al no lograr tener una conexión con su lobo interno desde pequeños, pero no era algo muy usual.
Pero esto…
Esto no era una transformación. Era un parto salvaje. Una expulsión sin consentimiento.
Somali no había llamado a la loba. La loba se había abierto paso a zarpazos.
Saphira apretó los labios, midiendo su respiración. Observó el lomo tembloroso de la criatura, y su pelaje espeso y erizado como si cada pelo fuera una lanza. El pecho subía y bajaba rápido, furioso. Los ojos —no los de Soma