Dorian la observó, sin decir una palabra durante varios segundos. Algo dentro de él se removió con fuerza, y no fue precisamente por la mención de la tortura, ni siquiera por el hecho de que Ronan los había traicionado. Fue por ella. Por Somali.
La mujer que tenía frente a él, esa que hablaba con tanto temple y resolución, era la misma que alguna vez había intentado salvar hasta a sus enemigos. La misma que, incluso herida, había sabido perdonar. Y ahora… ahora hablaba con frialdad, con una dureza que no le era natural. Dorian entendía de dónde venía esa rabia. Entendía su necesidad de justicia, su deseo de vengarse por todo el dolor que Nolan le había causado. Pero al mismo tiempo, esa transformación silenciosa le provocaba una inquietud que no podía ignorar.
Somali, pensó, era bondadosa por naturaleza. Incluso cuando el mundo fue cruel con ella, incluso cuando fue traicionada y humillada, su corazón nunca dejó de ser noble. Esa pureza, esa compasión que la caracterizaba… era lo que