225.  MELINDA

Gabriel en lo que avanza rumbo al bar donde quedó en encontrarse con la mujer que lo llamó, para decirle que había raptado a su pequeña recién nacida, ha ido creando todo un plan que le revela a Darío, su eficiente asistente.

— Quiero que escuches todo lo que pasa, para que me asistas, en todo lo que te pida, no le digas nada a nadie, pase lo que pase —sigue dándole instrucciones Gabriel—. Tienen que ayudarme con Evelin, que no se dé cuenta de que falta la niña. No le cuentes nada.

— Pero señor, espere que nos cercioremos si es verdad eso —vuelve a insistir Darío—. El localizador muestra que está en el mismo piso de Evelin. Espere un momento señor. Ya salimos corriendo, estábamos en la cafetería. No vaya a entrar, por favor señor.

— ¡No Darío, no puedo correr ese riesgo, es mi Bianca, es mi Bianca! —le dice Gabriel y le informa que ya está llegando al hotel —. ¿Quién está verificando?

— Asiri y yo señor. Ya estamos llegando a la habitación de Eve. Solo cinco minutos, señor, espere ci
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