De frente con Sergey Ivanov.
Parecía que el escritor se había estado reservando el momento de regresarle los desaires y groserías al arrogante hombre vestido con traje de diseñador.
El CEO Lombardi fulminó con la mirada al hombre castaño. Había heredado el color de los ojos de su padre y también esa mirada intensa y aterradora. Por supuesto que no se iba a dejar ridiculizar delante de su futura suegra.
— ¿Pero que estás diciendo? Tú eres el colado aquí, yo tengo una cita formal con el señor Ivanov en justo... — El apuesto CEO miró su costoso reloj. — Cinco minutos.
— ¿Doménico, precisamente hoy tenías que venir a ver a mi padre? Deberías de ser más caballeroso y cederle el lugar a Maurice.
— Señorita Key, ¿Yo hago la cita con tu ocupado padre y este tipo va a beneficiarse de mi trabajo? ¡Qué haga la suya! — Dom, por supuesto que se negó.
— Dijiste cinco minutos, ¿Cierto, CEO gruñón? ¡Bueno... Maurice, aprovechemos ese tiempo, vamos al despacho! — La rubia tomó del brazo al escritor y lo llevó a ver