Capítulo 100. Antiguo capataz salvaje.
Luego de esa charla y de haber almorzado, Pablo le pidió a Liseth dar un paseo por los alrededores y ella aceptó, sintiendo cómo el corazón le latía desbocado.
—Sabes, doctora malhumorada, yo nunca he tenido que pretender a ninguna mujer y menos permitir que la misma me rechace, que me pegue o que me dañe los neumáticos de mi auto —dijo Pablo con tono burlón, y Liseth quiso soltar un bufido, pero la risa no la dejó.
—Eres un idiota.
—Sí, pero uno muy guapo, admítelo —él se giró y la arrinconó contra una pared—. Deja de pelear contra lo que sientes, sé que te gusto tanto como tú a mí.
Se acercó peligrosamente a sus labios y Liseth sintió que le faltaba la respiración.
—No te soporto más —mintió, sin saber qué decir, y manejada por los nervios, rompió la distancia, lo tomó de las solapas de su camisa y le plantó un beso, desvaneciéndose entre sus brazos, mientras Pablo la apretaba con fuerza, disfrutando intensamente ese momento.
—No me soportes nunca —balbuceó extasiado, antes de recor