CAPÍTULO 68. Mejor postor.
Narrador
Ramón estaba, como de costumbre, en las caballerizas cuando escuchó unos pequeños sollozos. Siguió el sonido de los gimoteos y encontró a la pequeña Mariela abrazando sus propias rodillas, con la cabeza agachada.
—¿Eres la niña que vive en la casa grande? —preguntó, acercándose, sin saber bien cómo iniciar una conversación, ya que no se le da bien dialogar. Pasa demasiadas horas con los caballos y con quienes más comparte es con Juan y los demás peones. Con ellos no tiene que elegir palabras, a diferencia de esa chica, que lo hacía sentir nervioso, aunque estuviera llorando. No sabía cómo servirle de consuelo.
Mariana escuchó la voz del muchacho, que le pareció algo chistosa, y levantó la cabeza, mirándolo fijamente. No sentía vergüenza de que la vieran llorar, ya que para ella eso era una manifestación humana.
—No soy una niña —replicó, aunque a pesar del reproche sonrió, aún con los ojos llenos de lágrimas. Ramón sintió que su corazón daba un vuelco al verla sonreír para é