CAPÍTULO 25. Juramento que duele.
Narrador.
Mientras que, en la hacienda, Orlando fue detenido por Lucrecia cuando salía del aposento de su niña. Ella había escuchado todo lo sucedido y quiso ponerle un alto a lo que estaba pasando entre ellos, para evitar que Miguel pudiera enterarse. Conociéndolo, sabe que no dudará en dañar a Irina, ya que, si la amenazó a ella de muerte por algo más sencillo, a su niña... no quiere saber qué le hará.
—Por favor, váyase de esta hacienda antes de que esto se convierta en una masacre. Deje a mi niña tranquila. Sé que usted no la quiere, no le haga daño. Ella es buena y no lo merece —sus palabras salían como ruegos de una madre asustada.
Orlando la miró asombrado, pues no sabía bien la relación entre esa señora e Irina, aunque veía cómo la cuidaba.
—¿Cómo sabes que no la quiero? —preguntó, negado a irse así sin más.
—Usted no quiere a su propia esposa, quien ahora mismo está llorando en la cocina, ¿y va a querer a mi niña, a la que apenas lleva menos de quince días de conocer? —ella e