45. EL PASADO QUE NO SE OLVIDA.
Ivar miraba por la ventana como la nieve caía, el frío calaba hasta los huesos y el estaba en un lugar oscuro, una habitación más fría que la que tenía en los edificios comunes, el castigo era de una semana y apenas llevaba 3 días. Lo habían castigado por tumbarle varios dientes a un profesor que intentó corregirlo en su comportamiento. Ivar era simplemente implacable. Tenía casi 12, pero era feroz.
Por dentro sentía que no iba a resistir mucho más, pero las palabras de su madre eran lo que lo mantenían despierto e intentando no morir.
“Hijo mío, recuerda siempre que a las personas que amas, debes protegerlas si están detrás de ti, si permanecen a tu lado fieles y leales las respetaras, pero si te dañan o te hieren, debes enfrentarlos sin un mínimo de compasión”
Su padre siempre lo subestimó, siempre lo trató como a un inferior, más bien como al bastardo que nunca fue. Pero con el pasar de los años y teniendo la verdad entre sus manos siendo solo un niño, Ivar aprendió a disfruta