Capítulo 60. Sonrisa en la penumbra
Maximiliano Delacroix
El silencio de la habitación me envolvía como una sábana pesada. Afuera, la ciudad apenas murmuraba, un ruido lejano de motores y viento que no tenía cabida aquí, donde todo se reducía a un solo punto: ella.
Amy dormía a mi lado, con la respiración acompasada y un mechón rebelde pegado a su mejilla. Yo debería estar durmiendo también, agotado después de la vorágine de la noche, pero mis ojos se negaban a cerrarse.
El sueño era imposible cuando tenía frente a mí el espectáculo más hipnótico que había presenciado jamás.
La miré, y sin quererlo, mis labios se curvaron en una sonrisa. Una sonrisa sincera, que me habría negado a mostrar en cualquier otro lugar, ante cualquier otra persona. La sonrisa de un hombre que, contra todo pronóstico, sentía paz.
Me acomodé de lado, apoyando el codo en la almohada y la cabeza en la mano, para observarla mejor. La luz tenue de la lámpara bañaba su piel con un resplandor dorado.
Parecía de porcelana, frágil, y al mismo tiempo t