Capítulo 235. Todo estaba destruido.
Maximiliano Delacroix
Sin pérdida de tiempo, continúe caminando hacia el interior de la mansión. El calor me golpeó en la cara. Las llamas todavía estaban vivas, subiendo como lenguas naranjas, devorando todo a su paso.
Había explosiones pequeñas dentro del fuego, restos de vidrio y metal que seguían estallando mientras la estructura se rendía.
No escuchaba nada más que el rugido de la destrucción.
Corrí hacia el interior, aunque casi no sentía las piernas. Solo la necesidad de llegar. Si el mundo se caía encima, que me cayera mientras buscaba a Amy.
Un guardia intentó detenerme.
—Señor, no puede acercarse. Está cediendo la estructura.
Lo empujé con fuerza.
—Quítese del medio.
Otro trató de interceptarme. Me agarró por el brazo.
—Señor, la onda expansiva aún es activa. Hay combustibles dentro. Puede explotar de nuevo.
Me solté bruscamente.
—¡Mi esposa estaba aquí! ¡Voy a entrar!
La tierra estaba cubierta de restos de techo, ventanas, muebles, fragmentos irreconocibles de lo que habí