Capítulo 173. El rostro del monstruo
Adrián Soler
Golpeé la puerta otra vez, con tanta fuerza, que mis nudillos empezaron a arder.
Nada. El eco del golpe se perdió en el pasillo vacío. Ni una respuesta. Ni un ruido. Solo el silencio y ese pitido agudo en mis oídos que no sabía si era del estrés o de la rabia.
Intenté girar la llave por última vez. Se trabó. Otra vez.
—¡Vamos! —gruñí, girando el pomo hasta casi arrancarlo—. ¡Maldita sea, abre!
Nada.
El metal no cedía.
Me apoyé contra la puerta, jadeando, con el corazón, golpeándome el pecho como un martillo.
El sudor me corría por la espalda, el aire se sentía denso, como si el edificio entero se hubiera cerrado sobre mí.
No era solo una cerradura. Era un símbolo. Me habían cerrado la vida en la cara.
—¿Qué hiciste, Luciana? —susurré, y me pasé las manos por el cabello, tratando de no gritar.
Escuché una puerta abrirse detrás de mí. La vecina del frente, la misma señora que siempre espiaba por la mirilla, asomó la cabeza con su gato en brazos.
Tenía esa sonrisa incómoda d