Capítulo 174. La furia de Adrián.
Adrián Soler
La lluvia comenzaba a caer otra vez, fina, constante. Los limpiaparabrisas se movían como metrónomos sobre el vidrio.
El camino hacia el penal se me hizo eterno, aunque sabía que solo eran unos quince kilómetros. Cada semáforo era una eternidad. Cada rostro que veía en la calle me recordaba que, para todos ellos, ya era culpable.
“Infiel.”
“Traidor.”
“Actor de mentiras.”
No necesitaban pruebas. Solo titulares. Y yo sabía que Luciana sabía cómo manipularlos.
Cuando el penal apareció a lo lejos, una estructura gris y enorme, sentí un escalofrío. Era irónico. Yo, libre, manejando hacia una prisión y ella, encerrada, manejando mi vida desde adentro.
Aparqué frente al portón principal. Un guardia se acercó bajo la lluvia, cubriéndose con una gorra.
—¿Motivo de la visita? —preguntó, sin reconocerme. —Quiero ver a Luciana Velasco —dije.
El hombre levantó la mirada, sorprendido.
—¿Familia? —Soy su esposo —respondí, con una mueca amarga—. Por lo menos ha