Capítulo 102. Extraño a mami y a Max.
Mía Soler
Ante la pregunta de mi papá, el aire se me quedó atorado en la garganta. Me encogí un poquito, apretando la muñeca que tenía en las manos. El vestido de la muñeca era suave, pero no me calmaba.
—Yo… —murmuré, mirando el suelo—. Extraño a mi mami.
Papá respiró hondo. Por un momento su ceño se frunció, pero enseguida se suavizó.
—Ya te expliqué, Mía. Después la ves, no debes ponerte así porque estás conmigo. Soy tu papá —dijo serio—, además, mandé a arreglar esta habitación para ti —dijo entonces, con una voz que quiso sonar tierna, aunque le salía dura—. Aquí puedes dormir y jugar con todas las muñecas.
Se inclinó y señaló un estante lleno de libros de colores.
—También tienes cuentos allí; puedes leerlos antes de acostarte.
Mis ojos se fueron solitos hacia los libros. Las tapas brillaban como si dentro hubiera lucecitas. Había un libro azul con estrellitas, y otro con un castillo dorado. Parecían tan bonitos que, por un instante, casi olvidé la punzada de mi pancita. Pero en