41. El deseo de Erick
—Hola, querida prima. Lamento molestarte —con la voz de Erick dentro de sus cabales Azucena parpadea para despertar del sueño—. ¿Puedo pasar?
—Erick —Azucena dice bastante sorprendida—, vaya, es un placer verte y qué causalidad saber que estás en Mérida —no es mentira. Tener aquí a su primo es una enorme sorpresa—. Y, eh, claro. Claro que puedes pasar. Martha, llévalo a la otra sala que está al final. ¿Sí? Me cambiaré rápido.
—Gracias, gracias —Erick no tarda en pasar. Su mirada recorriendo la salta de estar principal de Flor De Campo con un notable interés—. Hermoso lugar, por cierto. Creí que estarías en Los Reyes, o incluso en Villalmar.
—Mi esposo adquirió ésta propiedad recientemente —admite Azucena, sonriéndole a Martha, la jovencita a su lado—. ¿No te molesta esperar unos diez minutos?
—Con confianza, Azucena. Tarda lo necesario —Erick le guiña el ojo. Azucena también le sonríe.
—Ya regreso.
Azucena lo deja en manos de Martha. Despertarse de ésta manera, en los brazos de Rafael