69. Un regalo doble
—Son los últimos chequeos que necesita. Con esto, puedo decirle que la firma de su constructora está lista. Tiene las licencias y los permisos necesarios, señora Montesinos. No me queda nada qué decir —dice el hombre con una sonrisa, estirando la mano para estrechársela—. Le deseo la mayor de las suertes.
Azucena sonríe.
—Gracias por el asesoramiento, señor Douglas. Creo que ya es hora de comenzar —su felicidad desborda—. Otra vez, muchas gracias.
—Para nada. Tienen a una gran directora general. Sus ingenieros y asociados tendrán una nueva reunión con usted a partir de mañana —el abogado Douglas ha sido su asesor en estos meses—. Tendremos nuevos contactos para que ésta nueva apertura no limite a posibles clientes.
—A partir de mañana llamaremos a los asesores. Quiero que todo esté en perfectas condiciones —caminan hacia el ascensor—, yo seré la arquitecta —Azucena le guiña un ojo al señor Douglas amigablemente cuando ya están saliendo del edificio—, fue un placer trabajar con usted. E