35. Paremos de fingir

Tampoco es que pueda dormir mucho. Azucena apenas durmió un par de horas antes de escuchar algunos sonidos y así darse cuenta que el vuelo a México es un hecho.

Se está mirando al espejo una y otra vez con su nueva ropa ahora que destrozó, o más bien le destrozaron, el vestido de anoche. Mueve la cabeza. Pronto amanecerá. La noche anterior Esther le empacó lo más importante. En Mérida podrá tener más libertad de adquirir más cosas. No quiere llevar tanto de aquí.

El timbre de la casa llama su atención. Debe ser su hermana.

Bueno, Azucena piensa. Debería olvidar lo de anoche y comenzar a pensar en lo que importa.

Duda en sí salir de su habitación. Ahora que podría conseguirlo en cualquier parte, su cuerpo empieza a hiperventilar. Recuerda que la dejó allí por un castigo. Fingir. Algo que claramente sabe hacer. Si pudiese enumerar todo lo que está mal en este matrimonio no le alcanzaría los dedos.

Mirándose una última vez al espejo, se pone de pie y sale de la habitación.

La voz de su
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