El hombre está en una de las bodegas del Alpha, de las más viejas, donde el personal no tiene autorización para pasar. Miguel y Damián se dirigen al lugar donde sus hombres están vigilando.
Cuando Damián entra, ve que es un joven de aproximadamente 23 años que tiene muchos tatuajes en el cuerpo; se nota que es un delincuente vividor.
—Es el señor —lo señala Miguel.
—Déjame a solas con él —ordena Damián y se quita el blazer y luego su corbata. El joven lo mira fijamente queriendo mostrar valentía. Damián toma asiento frente a él, mostrando comodidad, mientras que el joven tatuado está colgado de sus manos y se ve cansado.
—Usted… —susurra y Damián asiente con la cabeza.
—Entonces ya sabes quién soy y aun así te atreviste a meterte conmigo. Haré que todo esto sea rápido porque las personas que se han metido conmigo no han tenido suerte. Mi secretaria está en prisión y pagará muchos años. El que secuestró a mi esposa está directamente en el infierno, ¿y tú qué quieres? —Su voz es tranquil