Capítulo...5

—No pienso hablar más contigo —dice Alice, y se marcha a una habitación de invitados; necesita estar sola y calmar la ira que él le ocasiona.

—¡Maldita sea! —exclama Damián y se dirige a su despacho—. No creo que esto dure mucho tiempo; simplemente no entiendo por qué cuando la tengo cerca no me puedo controlar.

En la habitación, Alice se pasa las manos por el rostro. Siente ira y ganas de llorar. «¿Cómo pude ser tan tonta al pensar en ser gentil con él? Mi padre tenía razón», piensa. Cierra los ojos por un segundo y recuerda las palabras de su padre: "Lo que me faltaba, la traición de tu primo y ahora tú que te vas con ese hombre". Abre los ojos y la ansiedad por saber a qué se refería su padre la invade. Intenta calmarse, enciende su computadora y comienza a investigar. Claramente ve a su primo estrechando la mano del director de Capital Nexus en señal de alianza. «¿¡Qué!?», exclama, abriendo los ojos de par en par, y continúa leyendo el artículo sobre la nueva alianza. «Ahora todo tiene sentido, por eso los Anderson nos están hundiendo. Mi primo lo único que quería era aliarse con el director de Nexus para desplazar a mi padre. ¿¡Acaso se le olvida quién es mi padre, quien le tendió la mano cuando no era nadie!?», espeta. «¡Ha traicionado su confianza!». Se pone de pie y camina hacia la ventana, la abre para que entre aire fresco e intenta respirar para no actuar con la cabeza caliente. «Con más razón ya no tenemos opción y la única es este matrimonio que se está volviendo un dolor de cabeza. Por más que deseo en este momento dar marcha atrás, no podré. Si Alpha Group Anderson y Capital Nexus nos siguen atacando, no tenemos más salida… Dios…», mira al cielo, «no puede ser que esto me esté pasando, y que solo Damian Anderson sea mi única salida, que posiblemente con su apoyo la empresa Cooper Elite vuelva a la normalidad».

Al día siguiente.

Alice baja temprano para intentar ver a Damian y hablar con él, pero él no está, solo su asistente.

—Buenos días, señorita Cooper.

—Buen día, ¿y el señor Anderson?

—Se fue a la empresa, señorita… Sé que es muy temprano, pero el señor me dejó a cargo para que usted firme los papeles del matrimonio. Al hacerlo, yo me encargo con el abogado de legalizar.

—¿Tan prepotente es tu jefe que no es capaz de decirlo él mismo?

—No puedo responder eso, disculpe, solo cumplo órdenes.

—Pásame el documento, por favor —pide, y el asistente lo hace.

—No hay muchas reglas en sí… Solo hay un acuerdo matrimonial, no es la gran cosa, señorita Cooper —dice al verla leer.

Sin embargo, Alice deja de leer, no tiene tiempo, debe apurarse a hablar con el señor Anderson.

—Aquí tiene el bolígrafo —ella lo toma y firma rápidamente—. Listo, ya usted es la señora Anderson. Si se fija, mi jefe ya firmó. ¿Desea que la lleve a la empresa? Me queda cerca del bufete de abogados.

—Ya soy la esposa del demonio de Damian Anderson… Olvide mis palabras, por favor, lléveme —pide, y la sirvienta se acerca afanada.

—Buenos días, señora Anderson, su desayuno ya está listo.

—Lo lamento, no tengo apetito, Carla, hasta luego —dice Alice, apurada por hablar con el señor Anderson.

Alpha Group Anderson.

Alice se dirige a la oficina de su ahora esposo, pero lo que no esperaba era ver a esa mujer, la hermosa chica de vestido rojo que vio en la televisión junto a su esposo. Cooper traga saliva e intenta pasar desapercibida, pero no lo logra. Mariana Collins nota la presencia de Alice, así que se le acerca con una gran sonrisa, contoneando sus caderas y haciendo resonar sus finos zapatos de tacón.

—¡Alice Cooper! Vaya, pero grata sorpresa verte —la saluda con hipocresía.

—Estoy buscando a Damian.

—¡Oh, el señor Anderson! Espera un momento, está en una importante videollamada —sonríe aún más—. Ay, de lo que te perdiste, la fiesta de anoche fue tan grandiosa. Asistieron personas muy importantes y ¿sabes qué fue lo más fantástico? Que el señor Anderson y yo éramos el centro de atención. ¿Viste las noticias?

Mariana quiere hacerle entender a Alice que, a pesar de que ella es la esposa, la que tiene el privilegio de acompañar a Damian a lugares importantes es ella. Cooper traga saliva, no es tonta y comprende su indirecta, pero también tiene claro que no son esposos de verdad porque no hay amor.

—¡Mariana! —escucha el fuerte llamado de Damian, por lo que Alice mira hacia la puerta donde dice “Director General”.

—Al parecer ya se desocupó, venga conmigo, señorita Cooper.

—Señora Anderson para ti —Alice no se deja y habla con autoridad, sintiendo en su interior que algo ardía con furor, como el no tolerar lo burlona que es la secretaria.

Ni siquiera la esperó, sino que se apresuró a ingresar a la oficina.

—¿Por qué demoras tanto? —pregunta enojado mientras escribe en su laptop.

—Buenos días —al oír la voz de Alice, deja de escribir y alza su mirada para verla. Nota que está usando uno de los vestidos que eligió junto al diseñador para ella. De verdad le sorprende su visita, y en ese momento recibe un mensaje de texto de su asistente, donde le dice que Alice Cooper ya firmó, o sea que ya es su esposa.

—¿Qué haces aquí? —pregunta cerrando su laptop.

—Disculpe la interrupción, jefe, traigo su café tal cual y como le gusta. Quería anunciar la llegada de la… señora Anderson, pero ella no esperó —se acerca y deja el café sobre el escritorio, para luego, sin el más mínimo descaro, sentarse en el regazo de Damián, quien ni siquiera se rehúsa, simplemente la deja.

—Descuida, la señora Anderson a veces suele ser impulsiva —dice posando su mano derecha en el trasero de Mariana, quien se siente dichosa por ese toque y ver la cara de enojo de Alice es su mejor momento.

Alice, entre sorprendida e indignada, contuvo su impulso por el momento y decidió priorizar lo importante.

—Ha sido un gran espectáculo —dice y se acerca al escritorio, toma asiento frente a ellos como si nada y se cruza de piernas—. Es hora de que ella se vaya.

—El único que puede decirme cuándo retirarme es el director ejecutivo —Mariana arquea una ceja.

—Soy la señora Anderson y eso me da el poder suficiente para decirte que te retires —mantiene firme su orden, y Mariana traga saliva. Pensó que Alice, al ver todo eso, se iría llorando como la niña rica que es, pero no. Está actuando como una verdadera mujer y señora Anderson.

—Déjame a solas con la señora Anderson —ordena Damián sin dejar de mirar a Alice desafiante.

—Me iré porque me lo dices tú, jefe —Mariana se pone de pie y, muy indignada, se marcha.

—¿Qué haces aquí? No puedes venir a esta empresa sin avisar.

—Por lo visto ya sabes que firmé y soy tu esposa… Mira, no vengo a discutir, suficiente con lo de anoche. Voy al grano: mi primo Dylan ha formado una alianza con Capital Nexus, nos quiere arruinar.

—El trato era casarnos y así mi empresa no los arruinaría, ya cumplí mi parte.

—¡Tú no lo entiendes! —Alice baja su voz, pero luego suspira e intenta calmarse—. No vendría hasta aquí si no fuera importante, mi primo nos traicionó, mi padre no está bien de salud, ¿qué te cuesta ayudar?

—¿Y qué gano con ayudarte más de lo que he hecho? —Damián, tranquilamente sin mostrar su enfado, agarra la taza de café y la lleva a sus labios, dando un sorbo sin dejar de mirarla.

—Puedes… puedes pedir lo que quieras, yo por mi familia soy capaz de cualquier cosa —al mostrar su debilidad, Damián sonríe y deja la taza de café en su sitio.

—De hecho, sí puedes hacer algo. Resulta que —apoya sus codos sobre el escritorio, uniendo sus manos, mostrando su seguridad, su poder y ese dominio— mi padre es el único que sabe que esto es un matrimonio por conveniencia, pero el resto de mi familia ni la sociedad lo sabe, así que tendrás que comportarte como la esposa amorosa, darme besos, abrazos y decir dulces y melosas palabras —sonríe malicioso—. Pero no solo eso, tampoco debes intervenir en mi vida privada. Si aceptas, te soluciono el problema —la mira detenidamente, y ella siente que le falta el aire, ha sido una propuesta bastante difícil.

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