Un líder monstruoso de la Bratva que te ata las muñecas y promete romperte. Alessandro Ferrari es un hermoso demonio con un corazón malvado y sed de venganza. Las opciones que me dio cuando me sacó a la fuerza de mi casa con un ejército de hombres fueron muy claras: casarme o morir. Elegí casarme con él y vivir. Pero hay un pequeño problema con su gran plan para reinar en el Cártel mexicano. No soy la mujer que cree que soy. No soy la princesa del Cártel que cree que secuestró para hacer que sus enemigos se inclinen ante él. Cuando mi captor descubra mi secreto y se dé cuenta de que se casó con la mujer equivocada, el amor no será suficiente para salvarme. Y su obsesión tampoco.
Ler maisRespiro entrecortadamente cuando entro en la iglesia a la que he asistido desde que nací.
Me ajusto la chaqueta para que el contorno de mi arma no sea tan visible.
El cura no tiene por qué tenerme miedo, aunque sé que me teme. Todo está listo ahora.
Todo lo que necesito para llevar a cabo el plan de hoy. Solo me queda una última cosa por hacer antes de irme. Mi confesión.
Puede parecer inútil debido a quién y qué soy, pero de todos modos sigo haciendo esto.
Soy el hijo menor de Serg Ferrari, el Pakhan de la Baranov Bratva. Soy su Obshchak, parte de la élite de la hermandad, y mis manos han estado rojas de sangre más veces de las que puedo contar en esta vida. Los hombres como yo no tenemos esperanza, especialmente cuando no tenemos planes de cambiar y volver al camino recto y angosto que debe conducir a una vida eterna bendita en el cielo.
Sólo hay un lugar para un hombre como yo. Sé que mi alma oscura ya está condenada, pero como escapé de mi último encuentro con la muerte y las puertas del infierno se negaron a dejarme entrar, una parte de mí piensa que podría no estar tan condenado como pensaba.
O tal vez es solo que el diablo me escupió de su guarida para hacer una última oferta.
No me importa cómo volví; mi madre y mi hermana no deberían estar del otro lado, y yo no debería estar en el mundo de los vivos.
El plan que busco recrear traerá venganza para aquellos que aún deberían estar vivos.
Mi mirada cae en el Cristo pintado en el cristal a mi izquierda, y la monja que arregla las flores junto al altar me da el mismo asentimiento de bienvenida con el que me saluda cada vez que me ve.
Asiento en respuesta, a pesar de saber en el fondo que probablemente se esté preguntando por qué me molesto. Aprecio la mirada sin prejuicios que me da. Aprecio aún más la simpatía que observo en el fondo de sus ojos por lo que nos pasó a mi familia y a mí.
Por mucho que sepa qué tipo de hombre soy, también sabrá que los monstruos no nacen; se hacen.
Son creados.
La gente los hizo de esa manera.
Algo les sucedió que los empujó al lado oscuro, y la única forma de luchar contra sus demonios es convertirse en un monstruo.
Giro en la esquina de la oficina del padre Gail. Él me está esperando. Dejamos de usar el confesionario hace años. Prefiero mirar a alguien a los ojos y confesar mis pecados que esconderme detrás de una pared.
La puerta ya está abierta. Cuando entro en la habitación, levanta la cabeza canosa y me saluda de esa manera paternal que hacen la mayoría de los sacerdotes.
Para mí, su saludo es siempre más significativo. Cuando me mira, sé que ve todo lo que he vivido, desde el niño hasta el hombre que está delante de él.
—Buenos días, padre —digo, dándole el saludo cortés que no siento.
—Hola, Alessandro. Toma asiento y comienza cuando estés listo.
Me siento en la silla de cuero frente a él y descanso mis manos en el borde de su escritorio.
Al igual que la última vez, miro directamente a sus ojos gris oscuro y me preparo.
Esta confesión va a ser diferente a cualquier otra porque es una declaración de guerra.
—Bendígame, Padre, porque he pecado, y estoy a punto de hacerlo de nuevo…
******
Mi cabeza late como si mil cuchillos estuvieran cortando mi cráneo a la vez.
Sé incluso antes de abrir los ojos que el frío que presiona contra mi mejilla es el suelo. He dormido en el suelo suficientes veces para saber lo que se siente. Lo que no sé, es qué, estoy haciendo en el suelo.
Trato de despertarme, pero la niebla que rodea mi mente cerca mis pensamientos como si me estuviera protegiendo de la verdad. A medida que muevo la cabeza de un lado a otro, el dolor se intensifica y cierro los ojos con más fuerza.
¿Qué diablos me pasó? Estoy herida.
El dolor proviene de un lado de la cara, que se siente entumecida e hinchada, y se extiende por toda la cabeza.
Se siente como... como si alguien me hubiese lastimado.
Como si alguien me hubiese golpeado.
En el instante en que el pensamiento aparece, una oscura sensación de fatalidad se asienta en mi corazón y me indica que me despierte. Me dice que me levante de una m*****a vez porque algo no está bien. Algo más de lo que ya está mal en mi vida.
Cuando abro los ojos, me encuentro con el entorno gris brumoso de donde estoy. Hay un techo oscuro sobre mí, apenas visible en la habitación con poca luz.
¿Habitación?
No, he estado aquí antes. Ésta no es una simple habitación.
Reconocería el techo de la mazmorra debajo de la finca en cualquier lugar. Dormida o despierta.
Contando los surcos en el techo fue como pasé el tiempo cuando Roco me encerró aquí la última vez. Y ese extraño olor a muerte y descomposición que llenaba mis fosas nasales era mi único compañero.
Para mí, siempre olía a final.
Aferrándose al borde de ese olor cruel hay sangre. Cuando muevo mi mano derecha y siento algo pegajoso entre mis dedos y la fría superficie de cemento del suelo, sé que lo que estoy tocando es sangre.
Sangre.
¿De dónde vino?
¿Qué diablos pasó?
¿Por qué estoy de vuelta aquí?
Cometo el error de rodar sobre mi costado. Es entonces cuando me encuentro con la grotesca visión del cuerpo sin cabeza de un hombre tendido a mi lado.
Un grito sale de mi garganta, y otro sigue cuando levanto las manos y veo el charco de sangre rojo oscuro llenando el espacio entre nosotros.
Me incorporo de golpe, mis gritos se vuelven más fuertes cuando examino mi entorno y veo los cuerpos muertos y ensangrentados de los guardias de Roco alineados en el suelo.
En un instante, recuerdo lo que pasó. Recuerdo todo lo que pasó.
Mirar el vestido de novia empapado en sangre moldeado en mi cuerpo confirma las horribles imágenes que tengo ante mí y las que fluyen a través de mi mente como una película en avance rápido.
También sé por la ropa que lleva el hombre a mi lado que se trata de Felipe Naveed. Está vestido con el elegante traje Armani que se suponía que usaría para la boda.
Mientras pienso en el monstruo que fue para mí y en todo lo que me quitó, evoco la imagen del hombre que lo mató.
A Felipe le dispararon primero antes de... esto.
Fue mientras le disparaban cuando salí corriendo y traté de escapar.
Una mano agarra mi pierna, haciéndome saltar y gritar aún más. En la penumbra de la habitación, distingo el rostro de José. Ha sido golpeado... gravemente. Tiene un ojo hinchado y la cara cubierta de moretones y sangre seca.
—Shhhh—tartamudea, golpeando el borde de mi pierna con una mano y colocando un dedo en sus labios con la otra—. Por favor, deja de gritar.
Al ver que sus piernas están encadenadas a la pared, me arrastro hacia él.
—¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Quiénes eran esos hombres?
—Mafiosos rusos. Hombres de la Bratva.
Mi sangre se congela en las venas y empiezo a temblar.
—¿Que quieren? ¿Qué nos van a hacer? ¿Qué…?
Me silencia tomando mi cara entre sus manos temblorosas.
—Mi querida niña, no tenemos mucho tiempo. Necesito que me escuches y hagas exactamente lo que te digo que hagas. ¿Me estás escuchando?
—Sí—respondo rápidamente. La debilidad de mi cuerpo me recuerda cuánto confío en él.
Mientras sus ojos marrones oscuros se fijan en los míos y capto el miedo que rebosa en las profundidades de éstos, el terror que inunda mi alma se convierte en algo que no puedo describir. David Díaz es un hombre afín a mi padre, que nunca le tuvo miedo a nada. Ni siquiera a la muerte.
Era el mejor amigo de papá. Jose siempre me cuidó, mucho antes de que mataran a mi padre. Simplemente me cuidó aún más,
después. Me está dando esa mirada de nuevo que me dice que lo que está a punto de decir es serio, y si no escucho, significa la muerte.
—Creen que eres Ariana—explica en voz baja, apenas por encima de un susurro.
Tomo un respiro.
—¿Qué? ¿Yo?
Aunque nadie fuera de la finca conoce la verdadera identidad de Ariana, no hay forma de que alguien confunda a una humilde campesina como yo con la Princesa del Cártel.
—El vestido de novia. Pensaron que eras Ariana por el vestido
—me explica, y mis ojos se abren como platos cuando realmente caigo en la cuenta—. Es lo único que te mantiene con vida. Necesitas hacerles creer que es verdad.
—¿Dónde está Ariana?
—Muerta—responde él, y mi cerebro se congela. No puedo creer lo que me está diciendo.
Mis labios se abren mientras trato de procesar sus palabras.
—¿Ella está muerta?
—Fue una de las primeras en morir cuando los hombres asaltaron los terrenos y abrieron fuego. Su coche ni siquiera logró cruzar la puerta. Mataron a todos los demás y se llevaron a Roco a alguna parte. —Traga saliva y aprieta su agarre en mi mandíbula—. Mija, debes hacer esto. Todo está fuera de mis manos ahora, y no sé qué harán estos hombres a continuación. Cuando me di cuenta de que su error podría salvarte, confirmé que eras ella. Necesitan a Ariana para algo, o tú también estarías muerta. Fuera de estos muros, cualquiera que haya visto a Ariana nunca supo que era la hija de Roco. Eso la mantuvo a salvo, y te mantendrá a ti también a salvo ahora. Prométeme que harás esto. Por favor, prométemelo.
DREW—¿Dónde me he estado escondiendo? —Le grito al oído a Rubymientras nos abrimos paso en The Red Cat.El lugar es antiguo, con alfombra roja, una rocola que reproduce discos reales y lámparas de lava en las esquinas. El bar también está completamente alfombrado, y está lleno.—¡Te dije que este lugar estaba resurgiendo! —Me grita al oído tan fuerte que me hace cosquillas.Meto un dedo en mi oreja y le digo ¡Ow! Ella sólo se ríe. La sigo colocándome más cerca de ella en la barra, haciendo todo lo posible para evitar las miradas evidentes de unos pocos clientes masculinos que no reconozco.—¡Ruby Roo! —Una fuerte voz se oye sobre la multitud. Ruby da vueltas y vueltas frunciendo el ceño.—¡Maldita sea, al infierno! Odio cuando hace esa mierda de Scooby Doo. —
GRAYEs un viaje de nueve horas desde la casa de mi familia enDelaware hacia el sur hasta Oakville. Lo haré en un día.He pasado las últimas dos semanas arreglando los asuntos de mi tía y familiarizándome con mi nueva propiedad. La casa… tachen eso. La mansión de treinta mil hectáreas es bastante ridícula.Por lo que he aprendido, mi bisabuelo estaba en el negocio del acero... aparte de ser un contrabandista. Esa segunda parte de la información la encontré mientras escarbaba en uno de los viejos estudios en el tercer piso. El lugar tiene 150 habitaciones.La hermana Constance no me dijo que la propiedad venía con un mayordomo, una cocinera y una ama de llaves. Los llamé, pero más pa
DREWTrasladaron a mi padre a un asilo de ancianos. Su médica dijo queel daño no fue tan grande como ella temía, pero espera que, al mantenerlo en un ambiente controlado, puedan ayudarlo con su adicción.Hablando de ayuda, tuve que volver al trabajo. Después de estar fuera una semana, veo que Ruby tiene razón. Aunque Hunter todavía está seguro de que el gobierno está interviniendo todos nuestros teléfonos y que el actual presidente está canalizando a Richard Nixon, su amistad con Sylvia Green parece haberle dado un nuevo enfoque para su vida.Miro hacia abajo a mis notas pasadas en la pantalla de la computadora mientras él me cuenta sobre sus hazañas en la ciudad, y no puedo evitar una triste sonrisa. Levantando mi pluma, escribo l
GRAY—Ella está en paz. Es lo mejor que podemos esperar al final. —La hermana Constance está a mi lado, viendo a la tía Genevieve entrar y salir de la consciencia.Le doy una tensa sonrisa, mientras la anciana vacila entre esta vida y lo que venga después.Mi pecho sigue abierto y sangrando por la laceración verbal en la casa de Drew. Me fui sabiendo que cada palabra que Carl Harris dijo era verdad. Las lágrimas de Drew zumbando en mis oídos eran como sal en mis heridas. Quería abrazarla, consolarla, pero sabía que su padre tenía razón. Sólo le causaría dolor.A mitad de mi camino hacia el taller, sonó mi teléfono. La hermana Constance dijo que debería volver a Dover lo antes posible. Mi tía se estaba muriendo. Su salud se habí
Llega el domingo y aún no encuentro a Gray.Mi papá está encerrado en su habitación, pero es difícil para mí preocuparme por él. Sé que debería tratar de preocuparme. Sé que él está enfermo y roto, pero no puedo perdonar lo que le dijo a Gray. No puedo dejar de lado mi ira.Cuando Gray se fue, traté de llamarlo, pero mis llamadas fueron al buzón de voz. Me metí en el auto y conduje hasta el taller, pero él no estaba allí. Conduje por toda la ciudad, pero él no estaba en ningún lugar de Oakville.Durante dos días he estado llamando y enviando mensajes de texto. Sólo tuve una respuesta, anoche por la noche.Gray: Tengo que irme, Drew baby. Cuida de tu padre. Ayúdalo como siempre quisiste hacer.Por supuesto, le respondí en cuanto vi el mensaje.Yo: Por favor, vuelve. Déjame ayudarte.Él nunca respondió.Para el lunes por la mañana, mi corazón está en mi garganta y la culpa pesa sobre mis hombros. Finalmente irrumpo en la habitación de mi padre, y las botellas de whisky están esparcidas
Ella parpadea rápidamente.—Dotty dijo que ustedes dos tuvieron una pelea…No me molesto en preguntar cómo lo sabe. Sabía que cuándo se lo dije a Dag, él repetiría cada palabra.Así que sólo se lo digo.—A veces cuando te toco... — Trago el dolor de mi garganta —.Cuando te abrazo, recuerdo sus palabras, mi ira.—Nunca conseguiste un cierre, — su voz es de súplica. —Es entendible.El último clavo en mi ataúd, es hora de decirlo.—Yo conducía el camión, Drew. — Mi voz es tranquila, su cabeza se inclina hacia un lado. Me hace pensar en un pajarito que se rompe fácilmente.—¿Qué?Aclarando mi garganta, lo digo más fuerte.—Yo conducía el camión. Estaba al
Último capítulo