Llega el domingo y aún no encuentro a Gray.
Mi papá está encerrado en su habitación, pero es difícil para mí preocuparme por él. Sé que debería tratar de preocuparme. Sé que él está enfermo y roto, pero no puedo perdonar lo que le dijo a Gray. No puedo dejar de lado mi ira.
Cuando Gray se fue, traté de llamarlo, pero mis llamadas fueron al buzón de voz. Me metí en el auto y conduje hasta el taller, pero él no estaba allí. Conduje por toda la ciudad, pero él no estaba en ningún lugar de Oakville.
Durante dos días he estado llamando y enviando mensajes de texto. Sólo tuve una respuesta, anoche por la noche.
Gray: Tengo que irme, Drew baby. Cuida de tu padre. Ayúdalo como siempre quisiste hacer.
Por supuesto, le respondí en cuanto vi el mensaje.
Yo: Por favor, vuelve. Déjame ayudarte.
Él nunca respondió.
Para el lunes por la mañana, mi corazón está en mi garganta y la culpa pesa sobre mis hombros. Finalmente irrumpo en la habitación de mi padre, y las botellas de whisky están esparcidas