—Imagínate el poder desatado dentro de mi pobre pequeña —dije sin ocultar mi desesperación—. Si estoy en lo cierto, debe haberse convertido en la criatura más fuerte y poderosa que haya existido jamás. Pero no creo que nadie podría sobrevivir semejante transformación con la cordura intacta.

—¿Tú crees…?

Meneé la cabeza con un suspiro tembloroso.

—Piensa en Risa como la conociste. Dulce, amable, rebosante de afecto y comprensión. —Aguardé a que Milo asintiera—. Ahora piensa lo que debe haber sufrido durante su cautiverio en manos de seres tan crueles y depravados. Y no sólo en carne propia, sino como testigo forzado de mi cautiverio y lo que fuera que me obligaban a hacer en su presencia.

Fue el turno de Milo de respirar hondo.

—Imagínate cuánto habrá sufrido Risa, mi compañera, la muchacha dulce que conociste, para que no vacilara en matar —continué—. Y hablamos de matar con sus propias manos, porque no creo que tuviera acceso a armas. Y aunque lo