Logan alzó la mirada. Sus ojos se desviaron casi por instinto hacia el pasillo que conducía al baño. Una punzada helada atravesó su pecho.
Mía...
Sintió su olor mezclado con algo más oscuro. Algo que no le gustaba. Algo que lo llenó de alarma.
—Disculpen —dijo con voz tensa, poniéndose de pie de golpe frente a los socios que tenía en la mesa—. Necesito ir con Mía.
Los alfas presentes apenas alcanzaron a asentir cuando Logan ya había girado sobre sus talones, caminando con pasos decididos hacia el fondo del restaurante. Su instinto alfa latía con fuerza, rugiendo dentro de su pecho.
En el baño, Mía retrocedía.
—No… —susurró con voz temblorosa.
Owen se acercaba más, acorralandola contra la pared, sus ojos oscuros brillando con locura contenida.
—No eres más que una loba asustada —le dijo con una sonrisa torcida, tan venenosa como una víbora—. Me perteneces, y lo sabes. Tú, al igual que yo, sientes el vínculo que nos une.
—¡Eso no es verdad! —gritó Mía, con la respiración agitada, negand