El silencio volvió al círculo. Logan, imponente, se alzó sobre el cuerpo inmóvil de Titán, sus colmillos goteando sangre, sus ojos encendidos con el fuego de la victoria.
Jacop observaba la escena desde la distancia, y por primera vez en mucho tiempo, una sonrisa torcida se dibujó en sus labios. No era una sonrisa de alivio ni de simple satisfacción, era la sonrisa de alguien que veía cumplirse una justicia que había esperado demasiado.
Luca había acabado con la mujer, con aquella bestia que había marcado de desgracias a su linaje, y de paso había sellado el destino de su propia familia. Los antiguos alfas, la estirpe que alguna vez gobernó con puño de hierro, habían caído definitivamente. Y eso era algo que le devolvía a Jacop un respiro en medio de tanto dolor.
Porque él lo sabía: Luca había vengado la muerte de sus padres. Esa mujer había arrebatado demasiado, y ver su final le traía un aire de equilibrio. Pero Jacop no podía permitirse descansar en esa victoria ajena. En su pecho