El amanecer llegó sin traer esperanza. Dante había pasado la noche despierto, mirando el vacío distante que pulsaba como un corazón maligno. Cada pulso era ligeramente más fuerte que el anterior. El tiempo se estaba agotando.
—Necesitamos regresar —Luna dijo en voz baja, sentándose junto a él. A través del vínculo, había sentido su vigilia torturada. —A Luna Plateada. Hay conocimiento allí, en los archivos antiguos que no hemos explorado completamente.
—No tenemos tiempo para viajar de regreso en barco —Aria añadió, uniéndose a ellos. —El sello fallará antes de que crucemos el océano.
—Hay otra manera —Zara dijo, aunque su voz sonaba cautelosa. —Puedo teletransportarnos. A los cuatro. Directamente a Luna Plateada.
Dante se volvió bruscamente. —¿Por qué no mencionaste eso antes?
—Porque el costo es enorme —Zara respondió. —Teletransportar cuatro personas a través de continentes agotará casi toda mi reserva de magia. Estaré prácticamente indefensa durante días, quizás semanas. Y hay rie