—No, no me gusta.—¿Por qué?
—No sé… algo se siente extraño.
—No hay nada extraño. Al contrario, estoy feliz. ¡Deberías estar feliz por mí! —le lancé la toalla húmeda desde la cocina.
Amyra sonrió con agilidad, atrapándola antes de que pudiera darle en el rostro.
—No me fío de ellos. De ninguno de ellos.
—Damian no es como ellos.
—¿Y cómo podrías saber eso?
—Llevamos más de un mes viviendo juntos. Durmiendo juntos. He visto la clase de hombre que es. Ha cumplido todas sus promesas, y no ha hecho más que cuidar de mí.
Amyra se quedó en silencio. Su rostro se volvió serio, pensativo, con el ceño apenas fruncido.
En ese momento, Darian apareció con una sonrisa que le iluminaba el rostro. Me besó en la mejilla mientras me abrazaba por la cintura, y le lanzó una mirada fugaz a Amyra. Ella respondió con una mueca que pretendía ser una sonrisa cordial, aunque se notaba forzada. Tomó su bolso de la encimera y murmuró:
—Me voy —anunció antes de salir por la puerta trasera.
—Tu amiga no me quier