Capítulo 60.
El aire se había vuelto más denso cuanto más tiempo pasábamos escondidos entre los helechos. Las hogueras chispeaban con pereza, lanzando pequeñas chispas al aire húmedo, y el olor a grasa quemada me revolvía el estómago.
Zayn llevaba un rato contando cuántos hombres rondaban las entradas.
—Siete —susurró, apenas moviendo los labios—. A veces son ocho, pero ese octavo parece más interesado en su botella que en vigilar.
—Sospechosamente relajados —murmuró el lobo blanco.
—¿Crees que sea una trampa? —preguntó mi hermano.
Yo me encogí de hombros, aunque por dentro mi instinto gritaba que sí.
Algo allí no encajaba. Y, aun así, cuando pensé en las hembras acurrucadas de la visión de Zayn, en sus ojos enormes, llenos de terror… supe que, trampa o no, iba a entrar.
—Bien… entremos —dije finalmente, tragando saliva. Luego me giré hacia el lobo blanco—. Alguna vez dijiste que podías usar el Velo para camuflarte entre los humanos. ¿Podrías darme esa lección rápida?
Él asintió, con esa calma s