Capítulo 53.
Me quedé allí por varios días.
El tiempo parecía distinto en aquel territorio.
Tal vez era el aire más limpio o la calma de la aldea escondida entre los árboles, pero cada amanecer me despertaba con una mezcla rara de expectación y un leve hormigueo en la piel.
La primera mañana después de aquel… ¿Despertar? ¿Nuevo comienzo?, descubrí que mi propio cuerpo ya no me obedecía de la misma forma.
Los huesos se sentían más firmes, los músculos más tensos.
Incluso el latido de mi corazón sonaba más fuerte, como un tambor de guerra que resonaba en todo mi pecho.
Los primeros días fueron un desfile de pequeñas sorpresas: Una zancada que me llevaba más lejos de lo que calculaba, un salto que me hacía chocar contra las vigas del techo, el olfato que de pronto captaba el aroma de flores que estaban a kilómetros.
Era como volver a aprender a existir.
Y aunque Ti, Danira y el propio lobo blanco se turnaban para vigilarme, yo sabía que, en el fondo, ninguno podía explicarme qué era normal pa