Capítulo 34.

Todos los ancianos se adelantaron, gruñendo con decisión, y junto a Bib parecían un muro impenetrable. Las lobas, una a una, se acercaron y juraron que cuidarían de nosotros, los cachorros, durante la huída.

Zayn me tomó del brazo y me guió a mí y a Theo junto a nuestros primos. Su mirada decía que no había otra opción: ahora éramos responsables de mantenernos juntos y vivos.

—Túneles —dijo con firmeza—. Por ahí.

Lo miramos todos con confusión. ¿Túneles?

Zayn gruñó bajo.

-Los túneles de Kyle. Son lo suficientemente grandes para escondernos a todos en nuestras formas de lobo.

Kyle resopló, cruzándose de brazos.

—Están lejos de la casa de la manada —dijo con cierta molestia.

Donovan frunció el ceño, pero pronto intervino:

—La casa de la manada está mucho más cerca que la siguiente manada. Los túneles son la mejor opción, aunque nos cueste un poco movernos por ellos. Perdernos en el bosque sería un suicidio.

Teodore asintió, con una sonrisa de complicidad mezclada
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