Capítulo 107.
A la mañana siguiente, Zayn me detuvo justo cuando estaba por cruzar la puerta.
—Espera —dijo con esa voz ronca que usaba cuando estaba por hacer una tontería peligrosa.
Me giré despacio, frunciendo el ceño.
—¿Qué haces?
—Quiero abrir el espejo —respondió, y antes de que pudiera decir nada, ya estaba levantando la mano.
—Zayn, no. Apenas puedes mantenerte de pie.
—Estoy bien —mintió descaradamente.
Le gruñí, más por reflejo que por enojo, pero no me hizo caso. Lo vi concentrarse, su poder vibrando en el aire como una corriente invisible que me erizó el pelaje. El espejo se formó frente a nosotros con un sonido leve, como el cristal cuando lo toca el viento.
Y entonces lo vimos.
Por un momento no entendí lo que estaba pasando. Dos cuerpos entrelazados en una cama, la respiración pesada, las sábanas arrugadas. Uno de ellos era mi hermano, más adulto, más fuerte, definitivamente vivo y saludable. Y con él… no llegamos a distinguir a la chica.
El silencio que siguió fue tan denso que casi