Edward
La voz de Rowan me arrancó de golpe del sueño.
—¡Edward, despierta!
Abrí los ojos apenas a tiempo para ver cómo la silla golpeaba la pared y él salía disparado por la puerta.
—¿Qué demonios…? —murmuré, intentando incorporarme.
El frío me sacudió cuando puse un pie en el suelo, y el eco de su rugido resonó en mi pecho. No lo dudé. Salí tras él.
El aire de la noche era una cuchillada en la cara. Apenas crucé la puerta, sentí cómo Anderson empujaba desde dentro, impaciente. Mi piel ardió, los huesos crujieron, y en cuestión de segundos, mi cuerpo ya no era mío. El hocico se alargó, el pelaje suplantó la piel, y mi lobo tomó el control.
Corrimos.
El suelo se deshacía bajo nuestras patas, las sombras de los árboles pasando borrosas a los costados. Adelante, Rowan era un destello negro, pura furia, pura urgencia.
Anderson gruñía en mi mente, excitado.
—“Rowan la siente... huele a Clara cerca...”
Una oleada de alivio me atravesó el pecho con tanta fuerza que casi me hizo perder el p