Clara
No sabía cuánto tiempo había pasado desde que me arrojaron de vuelta a esta celda, pero mi cuerpo seguía doliendo como si cada golpe estuviera fresco.
Cada latigazo ardía al respirar. Cada palabra de mi padre -si es que aún podía llamarlo así- seguía pegada de mi pecho y grabada en mi mente.
Me habían dejado tirada sobre una manta áspera, sin agua, sin comida. Solo oscuridad, dolor… y silencio.
Los días así, extrañaba mucho a Roxie.
La conexión se había apagado del todo después de esa inyección hace cinco años.
Sentía su ausencia como una amputación invisible. Como si alguien me hubiese arrancado una parte de mí que ni siquiera sabía que necesitaba hasta que la tuve y luego... desapareció.
Quería llorar.
Pero ni eso podía hacer.
Mi cuerpo estaba tan exhausto, tan entumecido, que ni siquiera las lágrimas querían acompañarme.
Escuché pasos en el pasillo.
El eco de unas botas sobre la piedra húmeda me sacó de mi sufrimiento interno. Me incorporé como pude, sin apoyar la espalda