Punto de Vista de Damián Silva
Intenté contactarla por el enlace mental.
Silencio total.
Un vacío tan profundo que me caló en los huesos.
Sofía siempre había sido obediente.Por miedo al abandono, jamás cuestionaba mis decisiones.
Pero hoy… me rechazó.
Me dijo que no quería salir conmigo.
Algo dentro de mí se encendió. Me puse de pie de golpe.
¿Quién se cree que es?
¡La he mimado tanto que ya se olvida de quién la sacó del lodo!
Yo… ¡yo le pedí perdón! ¡Y así me responde!
Detrás de mí, escuché la voz chillona de Isabella:
—¡Damián! ¿A dónde vas? ¡Tengo miedo! ¡No me dejes sola!
Rodé los ojos.
¿Miedo? Solo tenía una pequeña herida superficial en la frente.
Sofía, en cambio…
Cuando su carne se pudría y le arrancaban los vendajes junto con los tejidos,
aún así sonreía para calmarme.
—No duele tanto, amor. Solo se ve feo.
¿Cómo demonios logré olvidar eso?
Pero igual… amé a Isabella por tantos años.
Así que dejé a dos guardias con ella y me fui.
Salí disparado con el auto, las ruedas chillan