Punto de vista de Sofía.
Todavía duele el pecho.
El ardor que dejó aquel maldito clavo de plata sigue incrustado en la carne, como si se negara a olvidar.
Fruncí el ceño apenas un poco, y ya sentí que alguien me observaba.
—¿Todavía duele la herida? —preguntó una voz conocida.
Levanté la vista.
Era Thiago Fierro, Rey Alfa de la Manada Sombra Lunar.
Lo conocí hace tres años, cuando le salvé la vida durante una emboscada de manadas disidentes.
Él me ofreció sumarme a su manada con salario y estatus.
Pero yo no lo acepté.
No podía traicionar a mi familia. Ni al hombre que amaba.
Claro… eso fue antes de que ellos me traicionaran primero.
—Lo siento —le dije—. Estoy débil. No creo que pueda ayudarlos ahora mismo.
Thiago se encogió de hombros y sonrió.
—Una vez guerrera, siempre guerrera. Solo necesitas tiempo.
Intenté incorporarme.
Él me ofreció la mano,pero por reflejo la rechacé.
—Perdón…
Él lo entendió.
Él sabía todo lo que me había pasado.
De no haber sido por él, que pasaba cerca del N