Capítulo 82. Sombras en la búsqueda.
La familia de Iris estaba sumida en la desesperación. Camilo, sentado en un rincón con el móvil en la mano, ya había empezado a mover sus hilos. Escribía mensajes rápidos, llamaba a contactos, daba órdenes con la calma tensa de quien sabe que cada segundo cuenta.
—Ya moví gente en las carreteras, aeropuertos, terminales. Si la están sacando de Medellín, quiero saberlo antes de que amanezca.
Valentina se detuvo frente a él, con el rostro desencajado, los ojos enrojecidos por las lágrimas que no había dejado salir.
—¡Pero no basta, Camilo! —exclamó, la voz quebrada—. ¡Esa niña es nuestra vida! ¡Tienen que encontrarla ya!
Julián, que hasta entonces se había mantenido en silencio junto a la puerta, dio un paso al frente. Llevaba la chaqueta de cuero impregnada del olor de la calle y el cabello revuelto, como si hubiera corrido. Su rostro estaba marcado por la tensión, los labios apretados en una línea dura.
—No son solo carreteras ni aeropuertos —intervino con voz baja pero firme—. Si es