Capítulo 64. El centro de la tormenta.
La noche había caído sobre Medellín como una sábana húmeda, pesada y difícil de apartar. Desde la ventana del pequeño cuarto que alquilaba en un hostal barato, Julián observaba las luces parpadeantes en las laderas. Cada bombillo parecía un testigo silencioso de lo que pasaba en las calles. Y él sabía que en esta ciudad nadie miraba por curiosidad: miraban para calcular si había peligro… o negocio.
El eco del encuentro con el farmacéutico seguía martillándole la cabeza. Valentina Vargas. El nombre lo había golpeado como un puño en el estómago. Sabía quién era: diseñadora, fundadora de ORIGEN, madre de Iris. Lo que no sabía —o más bien, lo que no entendía— era por qué su nombre estaba en los registros de un traficante de sustancias tan letales.
Apagó el cigarrillo antes de terminarlo. No podía darse el lujo de relajarse. Sacó la carpeta que había arrebatado de la clínica abandonada y volvió a repasarla.
Papeles amarillentos, fotografías granuladas, recibos bancarios.
Y allí, en una de