Capítulo 21. El rostro detrás del telón.
En las oficinas del Senado, ocultas entre pisos de mármol y alfombras diplomáticas, Álvaro Serrano recibía el dossier con una mueca mal disimulada de fastidio. Vestía como siempre: traje a medida, corbata sobria, y esa sonrisa medida que usaba tanto para las cámaras como para las traiciones.
—¿Esto ya circula en los medios? —preguntó, hojeando los documentos que su asistente acababa de colocarle sobre el escritorio.
—La filtración se hizo anoche. Desde una cuenta sin rastreo claro. Todo apunta a que la viuda tiene respaldo. Alguien con experiencia… tal vez legal, tal vez político.
Álvaro exhaló despacio, como si le costara contener el sarcasmo.
—¿Emilia Rivas tiene respaldo? —soltó una carcajada seca—. Esa mujer estaba firmando cheques de silencio hace unos años y ahora quiere dárselas de Juana de Arco. Qué conveniente.
—¿Le digo a la señora Restrepo que ya está al tanto?
—No. Le diré yo mismo. Esta vez… voy a ver su rostro cuando me pida favores.
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El encuentro ocurrió en una casa