Me quedé con esa frase en la mente... Después de experimentar la perdida de Nate, incluso aunque fuera solo una ilusión creada por mí, supe lo doloroso que debía ser para ella. Si ella ya quería descansar, yo no era nadie para impedírselo.
—Ya puedes descansar, Maggie. Gracias por siempre estar para mí.
—Siempre para mi niña. Nathan, es tu deber cuidar de tu luna. Eres un gran alfa, lo harás bien.
—Gracias, Margaret. Cuidare de Eleanna con mi propia vida.
—Eso me deja más tranquila —sonrió, con lágrimas en los ojos—. Vayan a divertirse, no tienen por qué preocuparse por esta anciana. Aún me queda algo de tiempo en este mundo y planeo aprovecharlo.
—Cuídate, Maggie —Nate tuvo que arrastrarme lejos, sabiendo que no le quitaría un ojo de encima.
Me abrazó cuando estuvimos un poco más apartados. No quería llorar, pero tampoco podía evitarlo. Sabía que aún faltaban un par de días para nuestra despedida, pero había logrado ponerme emotiva.
—No tienes que estar triste. Debe ser terrible esta