Nathan no me soltó. Me llevaba en su espalda, caminando a través del bosque con tanta facilidad que me resultó envidiable. Yo siempre que caminaba por aquí tenía que cuidar mis pasos o terminaría besando el boscoso suelo. Le había asegurado que ya me encontraba mejor y que era capaz de caminar por mi cuenta, pero él parecía feliz de tenerme sobre él. Escuchar su respiración me calmaba un poco, sentirlo cerca era todo lo que necesitaba para volver a mis cabales.
El asombro inicial había pasado y fue entonces cuando comprendí lo fácil que era caer en la oscuridad. Luxu había caído por avaricia y yo estuve a punto de caer por venganza. El odio que habitaba en mi corazón le tendió una invitación a la oscuridad y esta aceptó con gusto. Tuve la suerte de tener a mate cerca, de solo pensar en el terrible destino que estuvo a punto de volverse el mío, me ponía la piel de gallina.
Era cuestión de minutos. Un corazón de luz podía mancharse con tanta facilidad, casi pasando desapercibido.
Nathan