Debía ser inteligente. ¿Quería matarlo? Con todas mis ganas, pero así no lograría nada.
Si lo mataba en este momento, sólo renacería en otro lugar y alguien más tendría que encargarse de él. Y no, eso no podía permitirlo. Necesitábamos más tiempo. Los brujos debían encontrar la manera de acabar con las reencarnaciones de Luxu.
Ese fue el encargo que les hice.
Debían encontrar alguna forma de evitar que Luxu siguiera reencarnando. Los brujos estaban evaluando las posibilidades de hacer una especie de prisión eterna para él, pero no teníamos muchas esperanzas en ella.
Cuando le pregunté a mi abuelo lo que sentía respecto al brujo, solo mencionó que para él su hijo había muerto hacía un par de años. Que la persona que estaba usurpando su cuerpo, no era el hijo que adoraba y amaba.
—Te has hecho más fuerte —alabó—. ¿Qué tal si tenemos una revancha?
—No —se negó Elliot, dando un paso al frente—. Te dije que iría contigo si no atacabas directamente a Eleanna.
—Pero ella es Liliana —se quejó