Miré a mi alrededor, pero no la vi hasta que noté un grupo de gente reunida en el parque y precisamente debajo de un palo de mango de esos que tanto le gustaba.
Entre las zonas que la multitud no llegaba a cubrir, creí ver una figura conocida.
Parecía ser Nola.
Mis pasos se tambalearon mientras me apresuraba hacia allá, derramando casi todo mi café en mi mano. El líquido hirviendo dejó una quemadura roja alrededor de mi palma.
Su cara estaba pálida, y yacía en el suelo, inmóvil.
Sin importar nada más, me abrí paso y la sostuve en mis brazos. Fue entonces cuando me di cuenta de que su ropa estaba empapada en sangre.
¿Cómo… cómo pudo pasar esto?
Mi mente rebobinó al día en que finalizamos el divorcio. Después de que se fue, la señora de la limpieza mencionó haber encontrado un bote de basura lleno de pañuelos manchados de rojo. Me preguntó si alguien se había lastimado.
En ese momento, estaba tan obsesionado con vengarme de Nola que ni siquiera presté atención a sus palabras. Solo le dij