Cápitulo 7
Me subí al auto y fue entonces que noté que Ramona también estaba ahí.

Se giró hacia mí sonriendo y dijo:

—Señorita Savic, parece que últimamente ha bajado usted mucho de peso.

Henry, al escucharla, me miró por el retrovisor y soltó una burla.

—Justo lo que te mereces.

Me sentí molesta y no quise contestarle.

El auto se detuvo frente a la sede principal del registro civil. Al bajar, un mareo me golpeó otra vez, seguramente era mi enfermedad apenas despertando.

Vi a Ramona agarrada del brazo de Henry mientras entraban al edificio. Sus figuras, al superponerse, bloqueaban mi visión del camino.

Lo siguiente que recuerdo es que alguien me ayudaba a salir del baño, yo estaba blanca como un papel y sin fuerzas.

Estaba como siempre me mantenía, completamente agotada. Si daba un paso más, sabía que me desmayaría ahí mismo.

La fila era larga, así que le mandé un mensaje a Henry para pedirle si podíamos dejar esto para otro día.

Pasó un buen rato antes de que lo viera caminar con Ramona desde la
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