126. De la oscuridad a la luz
Amber
La voz de la Dra. Gabriela flotaba en algún lugar lejano, amortiguada por el peso de mi propio miedo. Aun así, los espasmos empezaron a disminuir, dejando solo un temblor leve en mis manos y el eco de las amenazas todavía martilleando en mi mente.
«Amber», me llamó con suavidad, atrayendo mi atención. «¿Puedes oírme?»
Parpadeé lentamente, intentando atravesar la niebla de mi cabeza. Asentí, aunque la verdad era que todavía me sentía atrapada en el caos.
«¿Qué sentiste cuando te diste cuenta de lo que estaba pasando?», preguntó con una voz que equilibraba perfectamente el profesionalismo y la empatía.
Evité sus ojos y me fijé en mis manos temblorosas. Mi voz salió como un susurro frágil. «Impotencia. Yo… no pude defenderme. Y si no puedo protegerme a mí misma… ¿cómo voy a proteger a mis hijos?»
«Ese es un sentimiento muy común en situaciones como la tuya», respondió inclinándose ligeramente hacia adelante. «Pero no significa que sea cierto. Vamos a trabajar en eso juntas, ¿vale?