125. Furia contenida
Leonardo
Caminaba de un lado a otro del despacho; la rabia hervía en mi sangre. El rostro magullado de Amber me atormentaba la mente como un recordatorio cruel de mi fracaso al protegerla.
«¿Cómo pasó esto, Magnus?», me detuve de golpe y lo encaré. «¿Dónde estabas que no percibiste el peligro?»
Magnus mantuvo la postura rígida, pero la tensión era visible en cada línea de su rostro. «Estaba fuera del baño, jefe. No imaginé que pudieran atacarla dentro. No fue un fallo de protocolo, pero… lo siento mucho».
«¿Lo sientes?», mi voz estalló, resonando por todo el despacho mientras golpeaba la palma de la mano contra la mesa. «¡Sentirlo no va a borrar sus hematomas! ¡Sentirlo no va a librarla del trauma! Tenemos que ser mejores, Magnus. Más rápidos. ¡No admito que esto vuelva a ocurrir!»
Respiré hondo intentando contener la furia antes de que me consumiera por completo. Me pasé las manos por el pelo; sentía los latidos del corazón en cada vena del cuerpo.
«Escucha», continué con la voz más